Sunday, June 15, 2008

Noche, eterna noche

No suelo ir a locales concurridos ni suelo trasnochar. Pero el otro día, después de... bueno, no me acuerdo de la última vez, salimos por Getafe con unos amigos. Creo que es la primera vez que tego una noche de la que contar algunas anécdotas.

Primero fuimos al bingo. Nunca me han llamado esos sitios, y ahora entiendo porqué. Resultó más emocionante de lo que me esperaba (partiendo de la base de que esperaba aburrirme atrozmente), pero eso de tirar el dinero nunca ha sido lo mío.

Un rato antes de entrar al bingo, Fran, el hermano de Fer, se había acordado (quién sabe por qué razón) de que Roberto vivía por Getafe, y había bromeado un poco con que lo llamaran. Al salir del bingo se volvió a acordar y le pidió a Fer el teléfono para llamar. La conversación fue algo así como "¿Diga?" "Hola, soy Fran, estamos por Getafe, ¿te vienes?" "Perdón, ¿quién eres?" "Fran, del GUL, estamos a la puerta de tu casa esperando a que bajes" "¿Qué Fran?" "Pues Fran, del GUL, el hermano de Fernando". No sé si el pobre Roberto estaría escuchando las risas de los que estábamos con Fran, pero estaba desubicado total (parece que tenía la misma voz que un amigo suyo y todo eso le desconcertaba). Al final pudo hablar con Fer, así que se le debió pasar el susto. Pero no bajó porque no nos quiere. Bueno, él dijo que era porque estaba con su hermana viendo una peli.

Luego recorrimos varios locales a través de los cuales yo me iba cansando cada vez más. Me dolían los pies, me secuestraba el sueño, y al final terminé convertida en un guiñapillo sin voluntad. Pero todavía tenía fuerzas para preguntarme por qué puñetas nunca tienen en ningún sitio lo que yo quiero tomar.

Hacía un poco de fresco y algo de viento. Y era muy de noche. Bueno, o no tanto porque ya se acercaba la mañana. Después de salir del local donde estábamos, con el airecillo, me estaba empezando a despertar. Fuimos hacia el coche de Fran, no sabía muy bien por qué. Yo asumí que había que ir porque lo había oído comentar. Fer se acercó desde el maletero del coche por mi derecha y alargó algo diciendo "te lo doy por adelantado". María estaba a mi izquierda. Miré y parecía una guitarra o un bajo, María toca el bajo, por algo se lo estaba dando... no, espera. Es un poco pequeño para ser un bajo. Es un violín... me he pasado los últimos meses mirando precios de violines, y ahora de repente tenía uno delante. Y no podía ser para nadie más que para mí. De repente alguien dijo "¿estás llorando?". Pero si estaba todo negro como el tizón, si hubiera llorado tampoco se habrían enterado. Yo no lloro nunca. Casi.

Por eso mi familia está ahora soportando el jaleo de un violín tocado por alguien que no tiene ni idea, pero que adora ese violín y piensa apreder a tocarlo cuanto antes.

Wednesday, June 4, 2008

Fin de las clases

No sé muy bien cómo definir el fin de curso. Había empezado escribiendo una entrada semi-apocalíptica sobre el estrés, pero tampoco es eso.

No me había dado cuenta, pero debo tener un mal día, porque solamente me sale escribir quejas y hablar de lo muchísimo que hay que hacer.

A ver si termino ya todo de una vez (la carrera) y puedo ponerme a trabajar. Aunque no sé si me da más miedo trabajar o estudiar, porque he crecido escuchando cómo me decían "aaaaah, los estudios, aprovecha este tiempo, ojalá pudiera volver yo a esa época".
Aunque también decían lo mismo de la infancia, que es la mejor época de la vida, y siempre pensé que era una tontería. Y estoy de acuerdo conmigo misma.

Va a ser que a la gente le gusta quejarse de lo que tiene... a mí la primera.