El otro día escuché un ruido y, de repente, el gato entró corriendillo en el salón.
Por su hocico asomaba un ala desesperada.
Al cabo de un rato, me dolía la mano de la paliza que le había metido para que abriera la boca y pasé a ser dueña de un pobre pajarillo maltrecho.
Lo estuve apartando de los gatos durante dos días en los que le forcé a beber agua con leche y le daba pan empapado que no sé si llegó a comer. Al final el pobre se murió.
Intento no sentirme mal. En realidad la culpa fue suya, por ponerse a tiro de un gato... no puedo evitar pensar que el que ha salido peor parado de todo esto ha sido el pobre gato.
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2 comments:
Yo estoy mirando ahora al gato y no le veo muy mal... }:-)
Vaya, parece ser que la historia de Tweety y el lindo gatito no siempre se corresponde con la realidad...
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